Las funciones docentes y el fracaso escolar
(Actividad 5)
En
la cuarta sesión del Bloque I de nuestro curso hemos estado hablando de la
profesión docente y de las funciones de esta que se encuentran intrincadas en
el Sistema Educativo de nuestro país. Es importante añadir esto último porque
los datos que aportan los diferentes estudios en materia de Educación han
advertido que desarrollar estas funciones de manera adecuada o inadecuada tiene
un reflejo directo en el éxito o el fracaso escolar de nuestros alumnos. ¿Y cuáles son estas funciones ideales del
docente? Tanto la LOE como la LOMCE nos propusieron las siguientes:
1. Programación y enseñanza de las
áreas
2. Evaluación del proceso de
enseñanza-aprendizaje
3. Tutoría, dirección y orientación y
apoyo a los alumnos
4. Orientación educativa y académica
profesional
5. Atención integral del alumnado
6. Promoción, organización y
participación en actividades complementarias
7. Contribución al clima de respeto,
tolerancia…
8. Informar a las familias sobre los
procesos de E/A
9. Coordinación de las actividades
docentes, de gestión y dirección
10. Participación en la actividad
general del centro
11.
Participación en planes de
Evaluación
12. Investigación, experimentación y
mejora de la enseñanza
13. Colaboración y trabajo en equipo
Centrémonos
en una de ellas, en la décimo primera. Desde siempre hemos entendido que la
evaluación es uno de los caracteres más importantes de intervención docente en
las aulas; lo que determina finalmente el grado de éxito o fracaso escolar de
nuestros alumnos. Por tanto, es importante saber cuál es el grado de
participación en los planes de Evaluación por parte del personal docente y cómo
se lleva a cabo en nuestro país.
Pues
bien, todos tenemos en mente las reuniones del profesorado en materia de
evaluación en cada trimestre y al final de cada curso y cada ciclo. No hay duda
de que en este ámbito suele haber una participación muy grande del docente con
el propósito de calificar los resultados del alumno en cuestión y, por tanto,
del sistema educativo que se está llevando a cabo en tal o cual centro. Sin
embargo, suele ser más primordial, en estas reuniones, calificar al alumno que
calificar el tipo de enseñanza y aprendizaje que queremos obtener con el
desarrollo de nuestras clases. Y ello, debido que al final lo que se espera es
que se obtenga un resultado favorable o de éxito en nuestra materia con el fin
de demostrar qué calidad educativa tiene nuestro centro (algo que forma más
parte del proyecto curricular). Pero por el medio a veces perdemos de vista el
proceso y el modelo de aprendizaje y de enseñanza que queremos otorgar a
nuestros alumnos.
Centrándonos
simplemente en los resultados académicos de cada uno de los integrantes de la
clase, dejando de lado otras habilidades y capacidades de los mismos, en
ocasiones cometemos errores y ante un fracaso escolar tal (que solo tiene que
ver con las políticas y normas educativas que se toman para los centros) abandonamos
al alumno.
Pero
sí, es cierto que el fracaso escolar es un problema acuciante en España; el
segundo país de Europa con mayor tasa de abandono en la ESO (19%). Por ello, desde
la propia legislación vigente pasando por los centros escolares y la Junta de
cada comunidad, se han venido implantando diversos métodos para reducir estas
cifras. Aún así, queda mucho por hacer.
La Fundación Tomillo, en este contexto, no se ha dado
por vencida, ha decidido "echar un pulso al fracaso" y dar una
segunda oportunidad a jóvenes que necesitan sacarse la ESO. Pero, ¿Cuáles son
sus métodos?
Pedagogos,
orientadores, educadores y psicólogos de los dos centros que conforman la
Fundación Tomillo, una entidad privada sin ánimo de lucro en los barrios de
Vallecas y Carabanchel (Madrid) catalogada como "centro de segunda
oportunidad", buscan formar a los alumnos que llegan a sus aulas. El
proyecto educativo que este centro sigue es el del compromiso con el
estudiante. Bajo la premisa de que "nada de lo que les ha ocurrido antes
en su vida privada y académica importa", los alumnos tienen una nueva
oportunidad de readaptarse y de reinterprentarse a sí mismos para conseguir un
título de Secundaria o FP. También es una vía de escape para no estar en la
calle (a veces delinquiendo) o incluso para quienes viven en sus casas una
difícil situación.
Los
profesores tienen claro que su trabajo es más educativo que curricular,
buscando en última instancia formar personas. Para ello, las aulas clásicas son
sólo uno de los muchos espacios de desarrollo intelectual y personal.
Frecuentes son las salidas al campo, las excursiones, los juegos en equipo,
sesiones de baile e interpretación, voluntariado y mucho más. Al terminar el
curso, el premio son unas prácticas en empresa, donde los estudiantes se sienten
por primera vez útiles y valorados. Son al fin estas las máximas de los
educadores de la Fundación Tomillo, que día a día se implican en la educación
de sus alumnos para que nunca dejen de intentarlo.
Enlaces
de interés:
-
https://justificaturespuesta.com/5-formas-de-evaluar-a-los-alumnos/
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