La Participación Escolar
(Actividad 11)
Los centros educativos son lugares donde nuestros alumnos afianzan su
seguridad y confianza, donde aprenden valores como la amistad, la democracia y
el respeto y, sobre todo, donde aprenden a participar para desarrollar,
finalmente, un espíritu crítico que les haga aún más libres. Todo ello porque,
si se aprende a dialogar como iguales y a compartir, los alumnos se convierten
en personas fuertes y con alas para superarse a ellos mismos y alcanzar, a lo
largo de su vida, sus sueños.
Sin embargo, la participación escolar, en la que influye también, como
dice Luis Gómez Llorente, la vida familiar y la vida escolar, es complicada de
llevar a cabo, aunque esta sea la premisa de muchos docentes cada día al llegar
al aula. Sobre todo porque los docentes que nos están formando tampoco han
vivido en su propia etapa escolar experiencias de alta participación y las
leyes, aunque contribuyen a la misma, no han aportado al profesor herramientas
ni estímulos para que los alumnos quieran participar en su proceso de
enseñanza-aprendizaje. Sólo debemos preguntarnos cuántas asociaciones de
alumnos efectivas existen verdaderamente en nuestros centros. Con un golpe de
vista, si hacemos esta pregunta en nuestra propia clase, pocas son las personas
que han participado en un programa de este tipo y, si lo han hecho en alguna
ocasión, ha sido debido a una compensación en la evaluación de tal o cual
asignatura. Mi propia experiencia es prueba de ello, pues en el instituto formé
parte de un coro simplemente porque a la nota final de la asignatura de música
nuestro profesor nos añadía medio punto si participábamos en recitales y otros
eventos acompañando a dicha asociación.
En cualquier caso, es evidente que para conseguir un buen clima de
convivencia en las aulas y en los centros escolares ha de fomentarse la
participación activa de nuestros alumnos en los consejos y cualquier otro tipo
de actividades del centro. Pero, a la hora de diseñar un proyecto de
participación estudiantil, hemos de tener en cuenta algunos aspectos
importantes en los que se fundamenta dicha participación:
1.
La participación vendrá de la mano del
propio autoconcepto del alumno, del conocimiento que tengan ellos mismos de
sus puntos fuertes y puntos débiles.
2.
No
es necesario constreñir el aprendizaje a las horas lectivas diarias. El interés
por aprender puede abarcar distintos momentos del día y diferentes espacios.
3.
Es imprescindible otorgar al alumno, desde las
primeras etapas educativas, cierto grado de autonomía, que será controlado e
incrementado según avance en los diferentes ciclos académicos. La participación
viene de la mano y se dará en mayor o menor grado a partir del fomento de sus
propios intereses o inquietudes.
4.
Todas las etapas del aprendizaje deben estar
pautadas por el manejo de competencias que sean demostrables para el propio
alumno, es decir, deben saber para qué va a servirnos el conocimiento que
queremos adquirir. Si un alumno no entiende que haciendo sintaxis aprenderá a
escribir y leer cualquier texto que se encuentre en su vida laboral con
soltura, o si no piensa que el cálculo mental le llevará a controlar sus
cuentas diarias en pagos y recibos, nunca prestará la suficiente atención
activa en clase. Al alumno hay que ubicarle en el mundo real, y entender que su
realidad en el aula es una proyección de lo que se va a encontrar fuera, una
"preparación" para su vida adulta.
Todo esto nos lleva a sacar
nuestras propias conclusiones. Lo importante es que parece que, sin duda
alguna, los alumnos van a mostrar una mayor participación en su propio mundo
educativo cuando se les implique directamente en las clases, y su organización
y estructuración, y en los conocimientos impartidos. Recordemos además que una
de nuestras funciones es propiciar este proceso, ya que es un derecho como
cualquier otro e implica el desarrollo del alumno en valores como la
responsabilidad.
En este camino se mueve la
propuesta del programa “Educa dando alas” de Unicef, la cual propone algunas
ideas de participación en las aulas, tales como: la creación de un buzón de
sugerencias, de un corcho de ideas, la conformación de equipos de aprendizaje
cooperativo, la realización de un comité de conflicto o la puesta en marcha de
un aula de solidaridad, por ejemplo. De hecho, destaca entre las palabras de su
discurso, una cita textual de un conocido psicopedagogo italiano, Francesco
Tonucci, quien dice:
“EL TRABAJO EMPIEZA
DANDO LA PALABRA A LOS NIÑOS”
¿Alguna propuesta en materia de participación?
Es complicado desarrollar un
programa de participación escolar habiendo tocado solo unas pequeñas pinceladas
sobre este tema, pero a mi parecer podría diseñarse un programa de
participación y de orientación, para la Educación Secundaria y el Bachillerato,
donde unos alumnos alentaran y orientaran a otros respecto a sus perspectivas
sobre el futuro y las materias más complejas en su presente. Todo ello,
teniendo en cuenta que, aunque existan algún tipo de asociaciones presentes en
el propio centro, no son muchos los alumnos que deciden participar en ellas.
Por ello, una vez al año, en el segundo trimestre, antes de que los alumnos de
2º de Bachillerato hagan la selectividad y antes de que los alumnos de 4ª de la
ESO elijan su itinerario educativo para el próximo ciclo, podría convocarse una
reunión en aulas separadas, durante horario lectivo y dividiendo a los grupos
en otros pequeños subgrupos, para que propongan mejoras educativas en el
desarrollo de su aprendizaje, sobre todo en las materias más complicadas o que
requieren mayores explicaciones, y para que conversen unos y otros acerca de
sus inquietudes sobre el curso siguiente, los contenidos del mismo y lo que
esperan de esa próxima etapa.
Sería ideal que cada grupo
llegase a sus propias conclusiones y que se reflejara finalmente en una
cartulina todas sus propuestas. Esa cartulina no se movería de la clase hasta
el curso siguiente y se comprobaría si los siguientes alumnos del curso
mantienen las mismas preocupaciones.
Podríamos llamar a este programa
de participación “una mirada al futuro”.
Con él, se trabajaría el autoconcepto de nuestros jóvenes y sería fácil
discernir cuáles son sus inquietudes, sus mayores problemas a la hora de
aprender y sus intereses futuros e inmediatos, que bien podríamos incluir en
algún aspecto de la materia que enseñamos en el desarrollo de nuestras clases.
Muy interesante tu propuesta, creo que dar protagonismo y escuchar a los alumnos es muy necesario. Es una pena que en multitud de ocasiones esto no ocurra. Con la propuesta que haces, los alumnos tendrían presentes en todo momentos los objetivos y metas que marcaron entre todos.
ResponderEliminarEnhorabuena por la entrada, un saludo.
Muchísimas gracias Fernando :)
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